Un hombre salta desde su barca a uno de los pocos espacios de tierra seca que quedan en Kalabogi. En Bangladés, solamente la erosión fluvial provoca el desplazamiento de entre 50.000 y 200.000 personas cada año.
Un hombre se baña en el río frente a su casa.
Una mujer camina junto a un campo de arroz inundado. En muchos casos, las normas socioculturales de un país tan tradicional como Bangladés hacen que las mujeres no puedan migrar. Así, muchas mujeres se enfrentan a una vulnerabilidad extra al depender de las remesas que envían sus familiares varones y, además, corren el riesgo de ser abandonadas en sus regiones sin ningún medio de subsistencia.
Shaheen, de 47 año, a pocos metros de donde solía estar su casa antes de que el río se la tragara. "Durante 25 o 26 años he vivido con mi marido en nuestra casa, que estaba justo aquí detrás, pero el río la destruyó. Ocurrió durante la noche, cuando todos estábamos dormidos. Solo tuvimos tiempo para coger a nuestra hija pequeña y salir corriendo de la casa antes de caernos al agua", cuenta Shaheen.
Vista aérea de la ubicación donde estaba la casa de Shaheen y la de otras 9 familias antes de que la crecida del río se las llevara corriente abajo.
Un grupo de niñas vuelve de la escuela. Un informe de Human Rights Watch relaciona las altas tasas de matrimonio infantil de Bangladés (la cuartas en el mundo) con las consecuencias del cambio climático y, especialmente, de la erosión fluvial: muchas de las familias afectadas sienten la necesidad de casar a sus hijas porque no las pueden mantener.
Una mujer recoge agua de un estanque. Las inundaciones, de agua salada, han hecho que el agua ya no sea adecuada para el consumo humano.
Barcos de pesca en el río Dhansidhya. "El cambio climático se ha convertido en un negocio millonario en Bangladés y han surgido todo tipo de ONGs que utilizan las palabras de moda: resiliencia, mitagación, etc. Pero la mayoría de sus proyectos están planificados de forma totalmente cortoplacista: si el agua se traga sus cultivos, que vivan de la pesca. Eso podrá funcionar para los próximos años, pero no se abordan las consecuencias a largo plazo, la catástrofe que se avecina", dice Maha Mirza, un activista medioambiental.
Un hombre descansa sobre su barca en Kalabogi, una pequeña aldea situada en la región de los Sundarbarns. Bangladés es uno de los países del mundo en los que el cambio climático está forzando un mayor número de desplazamientos.
Un grupo de aldeanos trabajan para construir un nuevo dique unos metros más adentro que el anterior. El antiguo se derrumbó durante la última temporada de monzones, dejando que el agua salada inundara los arrozales y arruinara la cosecha, la principal fuente de alimentos e ingresos de muchas familias. Este año habrá menos tierra cultivable disponible para el mismo número de familias. Y eso sí el nuevo dique resiste las crecidas.
Un grupo de aldeanos trabajan para construir un nuevo dique unos metros más adentro que el anterior. El antiguo se derrumbó durante la última temporada de monzones, dejando que el agua salada inundara los arrozales y arruinara la cosecha, la principal fuente de alimentos e ingresos de muchas familias. Este año habrá menos tierra cultivable disponible para el mismo número de familias. Y eso sí el nuevo dique resiste las crecidas.
Habitantes de Kalabogui navegan en sus barcas. Kalabogui se ha convertido en prácticamente una aldea flotante y sus habitantes, especialmente los hombres, pasan más tiempo en sus barcas que en tierra firme.
Una embarcación regresa cargada con la cosecha de golpata, una especie de palmera de hojas grandes que se utiliza como material de construcción. La pérdida de árboles, que retienen el suelo con sus raíces, agrava cada vez más la erosión.
Un barco llega a la terminal de ferry de Sadarghat, en Dacca. Cada día, miles de personas llegan a Dacca huyendo de la erosión fluvial y las inundaciones. Según un informe de la ONG Care, el 22% de los hogares afectados por las inundaciones y el 16% de los afectados por la erosión se desplazan a zonas urbanas.
Un niño recoge la basura en la barriada de Islambag, en Dacca. La mayoría de los migrantes que llegan a Dacca terminan viviendo en barrios marginales como este. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cerca del 70% de los habitantes de estas barriadas han vivido algún tipo de desastre ambiental.
Noyom Tara y su familia tuvieron que abandonar su aldea y mudarse a Dacca cuando el agua llamó a su puerta. "Primero perdimos nuestra tierra y cultivos. Después, cuando vimos que también perderíamos la casa, vendimos el tejado de hojalata y las ventanas en el mercado local para pagar el billete de barco a Dacca", explica. “¿Cómo íbamos a volver a nuestro pueblo? Allí ya no queda nada”, dice.
Un grupo de hombres cargan basura para reciclar en un barrio marginal en Dacca. Las condiciones de vida son extremadamente duras en los barrios pobres, donde no llegan los servicios públicos.
Un joven trabaja seleccionando basura en la ciudad de Dacca. Para poder sobrevivir, muchos refugiados climáticos acaban por aceptar trabajos semiesclavos o peligrosos cuando llegan a Dacca.
Dos hombres trabajan triturando basura en la ciudad de Dacca. Para poder sobrevivir, muchos refugiados climáticos acaban por aceptar trabajos semiesclavos o peligrosos cuando llegan a Dacca.
Un hombre descansa en la habitación individual en la que vive junto a su esposa e hijo. Refugiado climático, tenía ganado y cultivos, pero el río acabó con su forma de vida y le obligó a mudarse a Dacca. En la actualidad trabaja tirando de un rickshaw, pero la depresión le hace muy difícil ir a trabajar cada día.
Un niño mira hacia el río Buriganga, en la barriada de Islambag, en Dacca. Sin ningún tipo de ayuda pública, familias que antes eran económicamente independientes (e incluso propietarias de tierras y ganado) hoy se encuentran luchando para sobrevivir.
Niños recorren las calles de Dacca, llenas de humo y contaminación. Dacca es una de las ciudades más contaminada y más densamente poblada del mundo, con una densidad de población de 20.000 habitantes por km² en 2015, según el Banco Mundial.
Un hombre se baña en un barrio marginal de Dacca. Dacca, la cuarta ciudad menos “vivible” del mundo según The Economist y con una población de aproximadamente 18 millones de personas, es una ciudad al borde del colapso e incapaz de proporcionar servicios básicos como la sanidad o el agua a sus habitantes.
Jahangir fuma un cigarrillo en el cuarto donde vive con su madre y su hija, en la barriada de Korail, en Dacca. La aldea donde nació ha desaparecido por completo y tanto él como todos sus vecinos se vieron obligados a migrar. Para pagar el alquiler de la pequeña casa donde viven, su madre, de 93 años, tiene que trabajar como lavaplatos en un hotel de lujo.
Un barco transporta gente a la barriada de Korail, en Dacca.